COMUNICADIC

Antropoceno: ¿es o se hace?

Mara Dicenta realiza su trabajo de campo en colaboración con el CADIC y explicó el debate en torno a la noción de Antropoceno como era geológica.


Foto: María Eugenia López y Mara Dicenta en trabajo de campo. Gentileza de la investigadora

Mara Dicenta expuso en una nueva edición del ComuniCADIC, un recorrido teórico en torno a algunas nociones, preguntas y rupturas que enmarcan a su proyecto de investigación. En particular compartió sus reflexiones en torno al debate académico sobre El Antropoceno, ¿Ciencia o Política? Dicenta está realizando su doctorado en Estados Unidos y lleva a cabo su trabajo de campo en colaboración con el grupo Socio-Ecología del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET).

Desde el vamos, otorgar un espacio tan importante de reflexión y de difusión al propio fundamento teórico y epistemológico, implica traer a la superficie la vinculación entre ciencia y política, aceptar que la ciencia es siempre política y, en última instancia, asumir la responsabilidad de las decisiones científico/políticas tomadas. Entonces la charla de Mara cierra como un círculo perfecto: empieza por el final o finaliza en el comienzo.

En la charla Dicenta habló de la categoría del Antropoceno que busca ser reconocida como la era geológica actual y tiene como especificidad un gran impacto de la actividad humana en la Tierra, al punto tal de dejar rastros materiales foque podrían convertirse en fósiles; contar con extinciones masivas de especies animales y vegetales y producir cambios químicos en la composición del planeta. “Si bien el concepto ha circulado por ambientes académicos, políticos y artísticos desde que Crutzen popularizara el término en el año 2000, hay una controversia dentro de las ciencias geológicas. Para algunos, siempre han existido grandes cambios y extinciones en escalas temporales amplias. Sin embargo, los métodos tradicionales para medir esos cambios químicos o biológicos en los estratos terrestres no nos permitirían definir los mismos antes de que se formen. Para otros, el hecho de que científicos de todas las disciplinas, así como la sociedad en sentido amplio esté pensando el mundo desde el Antropoceno, hace que los geólogos deban repensar su disciplina para poder responder a las necesidades y preocupaciones sociales y ecológicas actuales”, explica Mara.

Para intentar resolver esta disputa, un equipo multidisciplinar investiga las marcas del Antropoceno desde la gran aceleración industrial que ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial: un aumento significativo de las emisiones de dióxido de carbono, pérdida de biodiversidad y homogeneización de especies, y producción de “tecnofósiles” compuestos, entre otros, por microplásticos, metales pesados, o isótopos radioactivos, los cuales permanecerían en la Tierra probablemente incluso más allá de la presencia humana en la misma.

Desde la perspectiva de la investigadora, más allá de los acuerdos o no con esta postura, la sola existencia de la controversia es positiva para la ciencia. “El concepto de Antropoceno impulsa debates multidisciplinares necesarios para afrontar problemáticas actuales que no pueden afrontarse continuando con las dicotomías de la ciencia moderna y eurocéntrica: naturaleza-cultura, humanos-no humanos, y ciencia-política”, comenta Dicenta.

Para discutir estas divisiones, Mara presentó diferentes casos prácticos. De este modo, los mares de plástico o los restos de la industria salmonera en el Sur de Chile cuestionarían los métodos de las ciencias naturales basados en el estudio de lugares prístinos o naturales, es decir, sin presencia humana, industrial o cultural. Por otro lado, el hecho de que la humanidad haya estado siempre en coevolución con otras especies, o que el cuerpo humano esté conformado en gran medida por bacterias, cuestiona las fronteras de lo que se considera humano o no humano, algo que presenta retos no sólo para entender las interacciones entre el ambiente y la sociedad, sino también para las ciencias de la salud y la epidemiología.

Además presentó ejemplos para ilustrar cómo la Ciencia y la Política, en lugar de ir separadas, se coproducen: “la epistemología, o la manera que tenemos de conocer el mundo, reproduce y responde a los valores y normas sociales, o el mundo que queremos. Ejemplos clásicos incluyen la ausencia de estudios sobre la salud o el cuerpo de las mujeres durante siglos. Es decir, los científicos no sólo tendemos a examinamos aquello que es relevante y valorable para una sociedad o grupo determinado, sino que, además, ponemos en circulación explicaciones, discursos e imágenes que refuerzan y, a veces, naturalizan esas ideas y valores”, explicó.

En el ámbito local, esta relación puede verse en el caso de las invasiones biológicas en Tierra del Fuego, que constituyen su núcleo de estudio. “No estamos sólo hablando de castores y modificaciones de los ríos y bosques subantárticos, sino también de relaciones dinámicas entre castores, científicos, instituciones, o lengas. Para atender a estas problemáticas hoy, no podemos seguir diferenciando a priori qué es naturaleza y qué es cultura, ¿es la invasión del castor una problemática causada por fenómenos naturales o culturales? Y, ¿es su manejo biológico o social?”, comenta Mara.

Finalmente, Dicenta afirma que el Antropoceno es ciencia y que, como toda ciencia, es también política. “Si bien las sociedades complejas se caracterizan por la incertidumbre de los resultados de nuestras intervenciones, el debate del Antropoceno desplaza el control y dominio de la naturaleza y pone la ética y la responsabilidad en el centro. Dejar el Holoceno y vivir en el Antropoceno requiere repensar nuestros métodos científicos y tiene consecuencias políticas. Del mismo modo, asignar a un fenómeno la categoría de social o natural, o de muestra de control y variable, tiene efectos. Se trata de desnaturalizar la naturaleza, de asumir que aquello que llamamos natural es producto de procesos históricos y constantes decisiones. Y esto, lejos de debilitar la ciencia, la hace más fuerte, nos permite hacernos cargo”, concluye Dicenta.


Mara Dicenta es antropóloga social y está realizando su doctorado en Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología en la Universidad Politécnica Rensselaer en Estados Unidos. Su tesis estudia la problemática del castor en la Patagonia Austral desde una perspectiva histórica y etnográfica, examinando las interacciones entre ciencia, naturaleza y colonialidad a través de prácticas de modernización y conocimiento global y local. Desarrolla su investigación en colaboración con el Dr. Christopher Anderson y el grupo de Socio-Ecología del CADIC. Su trabajo de campo consiste en el análisis de archivos históricos locales y estatales en Chile y Argentina, entrevistas a actores científicos y políticos, así como observación participante de la práctica científica. Nació en Madrid en 1985 y eligió Argentina, de donde es originaria su familia, como lugar para desarrollarse y estudiar desde Julio de 2018.