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Ciencias Agrarias
Chaquetas amarillas, nuevas invasoras de Tierra del Fuego
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Numerosas observaciones, fotografías y colectas se han sucedido desde 2013, cuando la avispa Vespula germanica fue avistada por primera vez en el Archipiélago Fueguino
La avispa Vespula germanica, conocida como chaqueta amarilla, es originaria de Eurasia y Norte de África y está presente en casi todas las regiones del planeta. Sus efectos dañinos sobre las personas han sido registrados a través de la historia y en muchos lugares del mundo.
Se la considera invasora porque es una especie no nativa que tiene tendencia a expandirse de modo tal que puede producir severos daños al ambiente y la salud humana. Sin embargo, cabe aclarar que el término “especie invasora” es un concepto ecológico y no significa de modo alguno que la región haya recibido una “invasión” de avispas.
En nuestro país se produjo el primer registro en Andacollo (Neuquén) en 1978. Allí los residentes comenzaron a conocer esta avispa que produce picaduras muy dolorosas y mordeduras (cuenta con aguijón y mandíbulas que le permiten desgarrar), y su veneno puede generar fuertes reacciones alérgicas en personas sensibles.
Los registros de su presencia se fueron ampliando a otras regiones del país, ya que posee mecanismos que le permiten sobrevivir en condiciones ambientales muy variadas. Se calculó su capacidad de expansión en 37 km por año.
Las grandes barreras que significan el Estrecho de Magallanes y la Cordillera Darwin no fueron obstáculo suficientemente importante como para que esta avispa (que se estima no se aleja más de 2 km de su nido) llegara al sector argentino de Isla Grande de Tierra del Fuego, probablemente transportada inadvertidamente por el propio ser humano (en camiones, equipajes, embarcaciones).
Según una nota científica publicada en diciembre pasado en la Revista de la Sociedad Argentina de Entomología se registró por primera vez en el sector argentino de Tierra del Fuego en 2013, cuando se la colectó en el casco de la Estancia San Pablo.
“Su desplazamiento inicial podría asociarse directamente al movimiento humano en la Isla, pero en la actualidad se encuentra ampliamente distribuida, especialmente en la zona central de Tierra del Fuego” sostiene María Vanessa Lencinas, Doctora en Agronomía e Investigadora CADIC-CONICET y una de las autoras del trabajo (ver Fig. 1).
Características para reconocer la chaqueta amarilla
Se la identifica por una línea continua amarilla en su cabeza, debajo del ojo, y rombos negros en la parte dorsal del abdomen, ambos rasgos observables a simple vista si se halla en reposo, como puede verse en la fotografía.
Cuenta con un aguijón liso que no pierde al momento de picar, por lo que puede atacar varias veces a su víctima. Su aparato masticador cuenta con mandíbulas de gran poder triturador, por lo cual además de picar es muy común que muerda.
Suele nidificar en el suelo pero también se han encontrado nidos en huecos de árboles y en viviendas familiares en zonas urbanas.
Al ser una especie carroñera su dieta es muy amplia, generando un fuerte impacto sobre la fauna local de insectos. El comportamiento agresivo hacia el ser humano se manifiesta si es molestada cuando busca alimento o cuando su nido es perturbado.
Forma nidos organizados en castas donde hay una reina, zánganos y obreras. Están siempre recubiertos por una pared de celulosa fabricada por las obreras mezclando sustancias procedentes de cortezas de árboles con su saliva.
Medidas a tener en cuenta ante su presencia
Lamentablemente los repelentes de insectos no logran los efectos de alejamiento que sí consiguen con moscas y mosquitos, obligándonos a recurrir a otros métodos. “Cada vez que notemos que hay una o más chaquetas amarillas cerca nuestro sería importante proponernos llamarle la atención lo menos posible, permaneciendo quietos hasta que se alejen, sin intentar pegarles o realizar movimientos bruscos que pudieran generar reacciones que terminen en picaduras o mordeduras” advierte Francisco Javier Sola, Becario Posdoctoral en el Laboratorio de Recursos Agroforestales (CADIC-CONICET), otro de los autores de la publicación.
“Podemos hacer un estudio sobre lo que pasó hasta ahora y una proyección de lo que puede suceder con estas avispas, pero lo más urgente –dada la alta frecuencia de ataques a seres humanos- es que nosotros mismos aprendamos a conducirnos de modo tal que si está cerca nuestro, no estimulemos su reacción” agrega Sola.
A partir de ahora, antes de seleccionar un sitio agreste para hacer un asado, picnic o acampar, habrá que asegurarse que las chaquetas amarillas no estén instaladas también en el mismo lugar; inspeccionar si se presenta algún nido en el suelo, debajo de los árboles o en los troncos y extender las observaciones a zonas aledañas.
Durante el período de cría de las larvas –posiblemente en nuestra región entre diciembre a febrero- buscarán proteínas presentes en la carne para alimentarlas y ésta funcionará como un buen cebo. Por lo tanto, la mejor recomendación es tratar de mantener los alimentos en recipientes cerrados para que no se conviertan en puntos de atracción para las avispas
También se puede preparar una trampa con agua y detergente donde se coloque un cebo; preferentemente bajo condiciones en que la avispa no pueda salir con facilidad (por ejemplo cortando el cuello a una botella plástica y colocando la parte cortada en posición invertida en la misma botella). La avispa caerá al tratar de moverse con mucha cantidad de cebo, ya que no podrá volar con facilidad, ahogándose así en el líquido.
“Esperamos que a partir de casos como este nuestra sociedad tome progresivamente mayor conciencia sobre la necesidad de contar con políticas públicas para prevenir y controlar esta y otras especies invasoras”, aporta Christopher Anderson, investigador CADIC-CONICET y co-autor de la nota científica.
En caso de ser atacado por la avispa chaqueta amarilla, la mejor alternativa será acercarse al centro de salud y si encontrara un nido en su vivienda, comuníquese al 103 con Defensa Civil para recibir orientación.
Sobre investigación de:
Francisco J. SOLA, Becario Posdoctoral CADIC-CONICET
Alejandro E. J. VALENZUELA, Administración de Parques Nacionales y Universidad Nacional de Tierra del Fuego
Christopher B. ANDERSON, Investigador Adjunto CADIC-CONICET y Universidad Nacional de Tierra del Fuego
Guillermo MARTÍNEZ PASTUR, Investigador Independiente CADIC-CONICET
María V.LENCINAS, Investigador Independiente CADIC-CONICET
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