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DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
La Mujer en la Ciencia Argentina
Cómo es la situación de las mujeres a nivel local, en el CADIC, y nacional, en el CONICET. Logros, deudas y desafíos.
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En los últimos años se viene tematizando el significado del Día Internacional de la Mujer que, con el correr del tiempo, se fue separando de su combativo origen histórico. En la actualidad, no son pocas las voces que reclaman volver a levantar en este día las banderas de la lucha por la igualdad de género, empoderamiento y conquista de derechos.
En 1910, la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas declaró el 8 de Marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las 129 mujeres que murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, mientras realizaban una huelga. Recién en 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, y de allí en adelante la celebración se fue acercando cada vez más a una fecha comercial y perdiendo su dimensión política.
Con el resurgimiento y fortalecimiento de las luchas feministas, asistimos a un replanteo de esta conmemoración para recuperar el significado original y reformularlo para acompañar la realidad de los tiempos que corren. Es que en el siglo que transcurrió desde aquel entonces, cuando las mujeres no podían votar, administrar sus salarios y en algunas legislaciones -como la argentina- eran consideradas “inferiores e incapacitadas”, es innegable el avance en materia de derechos que tuvo lugar en muchos países . Sin embargo, aún queda mucho por hacer, inclusive en los países que mayores cambios realizaron en favor de esta lucha: las mujeres siguen siendo, en general, minoría en espacios de poder, perciben salarios inferiores a los de los hombres que realizan las mismas tareas y, sobre todo, son objeto de una violencia sistémica que va desde el acoso y la discriminación, hasta la violencia física y los femicidios.
¿Qué pasa en la ciencia argentina?
El sistema científico, hijo de una sociedad patriarcal, no está exento de desigualdades de género aunque, quizás, en menor medida que en otros ámbitos. En Argentina, particularmente, desde principios del siglo 20 -cuando las mujeres no podían acceder a una educación superior y, en los pocos casos en los que esto ocurría, jamás obtenían cargos dentro de la universidad u organismos científicos- hasta la actualidad, se han producido enormes avances en pos de la igualdad.
En la actualidad, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), por segunda vez en su historia tiene una presidenta, Ana Franchi, como máxima autoridad. Además, con el correr de los años se han reconocido a investigadoras y becarias una serie de derechos en relación a maternidad, lactancia y cuidado de menores y, dato no menor, los salarios, acordes a las categorías, no tienen distinción por sexo.
Por otra parte, recientemente se creó el Observatorio de Violencia Laboral y de Género, como reconocimiento de que estas situaciones se dan también en algunos grupos de trabajo de esta institución y como muestra de voluntad de solucionar ese flagelo. Finalmente, la presencia femenina en la carrera del Investigador Científico es de más de la mitad (53,8%) de sus miembros. Ésta proporción equitativa se mantiene en todas las disciplinas donde la representación femenina ronda entre el 40% y el 60% y la proporción de becarias es aún mayor, alcanzando más de dos tercios (68,66%).
Sin embargo, la desigualdad entre los géneros está presente. Como se ve en la cifra anterior, a medida que se avanza en la carrera, la representación femenina empieza a declinar. Ya entre becarias e investigadoras, el porcentaje se reduce en casi 15 puntos. Y a medida que se asciende en la jerarquía dentro de los(as) investigadores(as), la representación femenina decrece: mientras que en la categoría de asistentes un 61,39% son mujeres, para adjuntas este número baja al 55,65%, las independientes ya son menos de la mitad (49,79% son mujeres), las principales representan apenas más del 40% (41,95%) y las superiores sólo alcanzan el 24,51%. Es decir que de los dos tercios de mujeres que se percibe en el primer escalón de la carrera científica, en la cúspide se cae a sólo un cuarto.
El caso de los (las) integrantes de las comisiones evaluadoras internas -con algunas excepciones- se percibe una paridad general entre ambos sexos, pero en aquellas comisiones en las que se deciden cuestiones más relevantes como promoción de investigadores(as) a una categoría superior, lineamientos generales a seguir en un área disciplinar o asignación de presupuestos a investigaciones, la presencia masculina aumenta y, en la mayor parte de los casos, duplica a la femenina.
Por otra parte, casi dos tercios de los cargos directivos de los Centros Científicos Tecnológicos que centraliza la actividad científica realizada por investigadores(as) e institutos del CONICET en diversos puntos del país, están ocupados por hombres. En el mismo sentido, el directorio del CONICET, está ocupado por una mujer en la presidencia, dos hombres en la vicepresidencia y 4 directores y 2 directoras. Estas tendencias representan un interrogante que está siendo estudiado, utilizando las herramientas adecuadas, a fin de obtener un diagnóstico objetivo que permita comprender y resolver el tema de la paridad.
Ver cifras del CONICET
La situación local: el CADIC
El Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET), como enclave más austral en el sistema científico nacional, se encuentra, en líneas generales, en una situación bastante más equilibrada. La representación femenina entre becarios e investigadores, se asemeja a la media nacional, con 69,09% y 52,45% respectivamente. Además, la distribución entre disciplinas es relativamente equitativa ya que entre el 66% y el 40% de los miembros son mujeres (cifras de 2018).
En cuanto a las categorías en la carrera de Investigador Científico, las cifras difieren respecto al panorama nacional: mientras la representación femenina y masculina son equivalentes en casi todas las categorías, en el caso de las investigadoras adjuntas (la segunda categoría, de menor a mayor jerarquía) el porcentaje asciende a casi el 65% (cifras de 2018). Por su parte, el CADIC no cuenta en la actualidad con investigadores o investigadoras superiores, es decir, la categoría de mayor jerarquía. No obstante, es pertinente señalar que en toda la historia del centro, la representación femenina en este escalafón, ha sido nula.
En relación a los cargos directivos, la dirección está a cargo de Gustavo Ferreyra y la vicedirección de Andrea Coronato, manteniendo una línea constante durante más de una década, con investigadoras del CADIC actuando como vicedirectoras y realizando las tareas directivas a la par de los directores designados por concurso nacional. Finalmente, los cargos electivos del Consejo Directivo están ocupados por igual cantidad de hombres que de mujeres.
Este Día de la Mujer, en el CADIC se celebran los logros y avances en materia de derecho de las mujeres; se levanta la bandera de la lucha por la igualdad y la erradicación de la violencia de género, y se dispone a enfrentar los nuevos retos que el devenir de este empoderamiento deparen a la sociedad en general y al sistema científico en particular.
“Saludamos e incentivamos a las mujeres creativas, perseverantes, independientes y apasionadas que han optado por el camino de la ciencia en nuestra institución, superando los obstáculos y aceptando los desafíos que presenta este tipo de profesión, la que sin duda, entra en la vida y familia de cada una. Saludamos con orgullo a nuestro plantel de científicas, profesionales, técnicas y administrativas que fortalecen el desarrollo de los objetivos del CADIC, con el profundo anhelo de avance en sus carreras científicas y de gestión de la ciencia argentina”. Andrea Coronato, Vicedirectora del CADIC.
Por Mariela López Cordero- CADIC