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DIVULGACIÓN CIENTÍFICA
Volver al futuro en Tierra del Fuego.
Estudiar el hábitat de las merluzas en el Holoceno medio permite predecir cómo impactará el calentamiento global en el Océano Atlántico Sudoccidental.
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El pasado del extremo sur de Argentina es muy poco conocido y llenar este vacío es justamente uno de los objetivos de numerosos grupos de investigación del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET). En esta línea se publicó recientemente una investigación que estudia la evolución histórica de los ecosistemas marinos en la costa este de la Isla Grande de Tierra del Fuego en el Holoceno medio, es decir hace entre 6.000 y 5.000 años.
A través del análisis de los restos encontrados en dos sitios arqueológicos de Tierra del Fuego, un equipo integrado por investigadores del CADIC y de la Universidad de Barcelona (España), estudió las poblaciones costeras de merluza -desaparecidas en la actualidad en esta área-, la comunidad de peces de la que formaban parte y las características de su hábitat.
En dicho periodo la temperatura era más cálida y se espera que en un futuro no muy lejano estas condiciones climáticas vuelvan a darse, generadas por el calentamiento global. Entonces, conocer el pasado, en este caso, permitirá predecir condiciones futuras en el Mar Argentino austral, con la importancia ecológica y económica que esto reviste.
Érase una vez, el fin del mundo.
Cinco o seis mil años atrás, en la Isla Grande de Tierra del Fuego, la temperatura de la superficie marina era, en promedio, entre 4ºC y 5°C más alta que la actual (similar a las temperaturas que se registran hoy en el norte de la provincia de Santa Cruz, sobre los 47°S de latitud) y el nivel del mar estaba en su nivel más alto, por lo que avanzaba unos tres kilómetros tierra adentro. No se conoce mucho acerca de las variaciones en la flora y la fauna pero se cree que habría, hacia el oeste, una mayor presencia de bosques en toda la región, juntamente con fauna como guanacos, tuco-tucos y diversas especies de aves marinas y continentales que hoy también están presentes y de los cuales se han encontrado restos en los sitios de estudio. “Uno de los problemas de trabajar en los sectores más inaccesibles y menos habitados de costa atlántica fueguina es que, precisamente, hay relativamente poco trabajo hecho a nivel de ciencia. Por ello la importancia de los trabajos que realizamos en el CADIC. En nuestro caso, el sector tiene muy pocos estudios paleoambientales por lo que desconocemos, por ejemplo, si existían especies animales o vegetales, que actualmente no están presentes”, asegura Ivan Briz i Godino, investigador adjunto del CONICET en el CADIC.
En este ambiente, cerca de la costa, habitaban grupos cazadores-recolectores-pescadores y el estudio de los sitios arqueológicos permite inferir que esos espacios eran “asentamientos, hábitats en donde preparaban y consumían alimentos: pescados (entre ellos, merluza), camélidos (por ejemplo guanacos), mamíferos marinos (como lobos marinos y cetáceos), moluscos (fundamentalmente lapas y mejillones) y aves. Pero además se consumían vegetales como leña para los fogones y se tallaban artefactos en piedra (líticos) para trabajar madera, hueso y pieles de animales”, explica el investigador.
En estos sitios se encontraron restos de fauna que sugieren la presencia de una gran cantidad de merluzas en las costas de Tierra del Fuego durante el Holoceno medio. Su explotación por parte de grupos cazadores-recolectores-pescadores probablemente se realizó desde la costa ya que estos grupos no contaban con tecnología naval ni pesquera que permitiera acceder a esta especie mar adentro. “Estas poblaciones de merluza que estaban en la costa, con el enfriamiento del agua durante períodos posteriores (Holoceno tardío), probablemente se desplazaron hacia el norte (actualmente en la costa de Comodoro Rivadavia) y a mayor profundidad en el norte de la costa atlántica de Tierra del Fuego”, describe Maria Bas López, primera autora del trabajo.
“La información de los isótopos estables en dos especies de moluscos siempre presentes en estos sitios -concheros- y los cambios en la distribución de una especie de pescado en ciertos momentos del tiempo, permiten conocer la configuración del ecosistema marino y sus variaciones en función de los cambios ambientales”, explicó Mónica Salemme, investigadora principal del CONICET en el CADIC. A través del análisis de esta información los científicos pudieron determinar que la dieta de las merluzas del Holoceno medio incluía una mayor variedad de alimentos que en la actualidad -es decir que su nicho isotópico era más amplio- y el análisis de las valvas -parte del caparazón o concha- de moluscos confirmó una mayor productividad marina primaria. Esto permite inferir que el mar contaba con una mayor diversidad y abundancia de organismos, inclusive en la cercanía de las costas, a lo largo de toda la cadena trófica.
Conocer el pasado para predecir el futuro.
A partir de modelos matemáticos se sabe que el calentamiento global continuará produciendo un aumento de la temperatura en todo el planeta y se espera que esto modifique la distribución y abundancia de peces en todo el mundo, con especies tropicales y subtropicales expandiéndose hacia los polos o en profundidad según la capacidad de adaptación -plasticidad ecológica- de cada especie. Como resultado, se espera que la estructura y dinámica de las redes tróficas también se modifiquen y conocer cómo fueron los ecosistemas en un pasado con condiciones climáticas similares a las que se prevén para un futuro cercano, a través de una mirada histórica, es fundamental para lograr predicciones más precisas al respecto.
“Se puede conocer cómo era el ambiente en el pasado, pero también en relación a las sociedades humanas. En este sentido la arqueología junto con otras disciplinas, posibilita realizar estudios de ecología histórica ya que el medio ambiente actual es también producto de la historia de los seres humanos, y con un destacado papel. Los registros arqueológicos nos permiten llegar a tener información sobre algunos factores naturales y antrópicos que nos han llegado hasta el presente. A partir de los datos obtenidos, podemos prever qué puede llegar a pasar con el cambio climático, y en consecuencia con los ecosistemas marinos y sus tramas tróficas ”, manifiesta Briz i Godino
Los cruces entre arqueología y geomorfología/geología son muy fructíferos en la configuración de estos escenarios complejos donde ambiente y actividad humana no pueden separarse. “La evidencia más concreta para sugerir mayores temperaturas en el Holoceno medio es la información geomorfológica con la que contamos e indica los cambios del nivel del mar. Esta investigación brinda nuevos datos no sólo sobre la disponibilidad de merluzas cerca de las costas sino también acerca de algunas otras características de la geomorfología costera que, en conjunto, hacían posible que estos grupos que carecían de la tecnología pesquera de alta mar pudieran acceder a grandes cantidades de estos peces en las costas”, explica Salemme.
Si bien realizar predicciones precisas con respecto al futuro de un mundo más cálido no es tarea sencilla, esta reconstrucción de las costas del Atlántico Sudoccidental, con un nivel del mar más alto, incursionando algunos kilómetros más adentro y una abundancia mucho mayor de organismos marinos a disposición (entre ellos merluzas), permite prever un escenario similar si las condiciones de temperatura se repiten. Este tipo de predicciones pueden constituir información estratégica para la gestión de los recursos marinos y pesqueros que ya empiezan a configurarse como estratégicos en el país y la ciencia tiene mucho para aportar al respecto.
Referencia bibliográfica:
Maria Bas, Mónica Salemme, Eleanor Joan Green, Fernando Santiago, Camilla Speller, Myrian Álvarez, Ivan Briz i Godino & Luis Cardona (2020) Predicting habitat use by the Argentine hake Merluccius hubbsi in a warmer world: inferences from the Middle Holocene. https://doi.org/10.1007/s00442-020-04667-z
Por Mariela Lopez Cordero